La Patagonia andina, en los alrededores de Bariloche, se caracteriza por variar en un área de pocos kilómetros de distancia sus formas y su cubierta vegetal. Cada sector se distingue por su paisaje, su flora y fauna típica, y una propuesta realmente asombrosa es descubrir toda esta variedad con un paseo a caballo.
Una de las opciones es la de recorrer las llanuras esteparias de alguna estancia con la posibilidad de parar en puntos panorámicos, de cruzarse en el camino con liebres, ciervos, guanacos o la de observar el vuelo de cóndores y águilas. También podemos descubrir la magia que encierran las pinturas rupestres en los aleros de alguna cueva, y conocer, a través de los relatos del guía, las costumbres de los primeros habitantes del lugar.
Otra posibilidad, como la que ofrece la zona de Pampa Linda al pié del Cerro Tronador, en pleno corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi, es la de seguir senderos entre montañas, vadeando ríos, cruzando valles o mallines, disfrutando del silencio sugestivo que nos ofrecen los añosos bosques de cipreses y coihues y así descubrir lagos y arroyos que esconden cascadas.
Más que una actividad, la cabalgata es una oportunidad para relacionarse con un animal noble e inteligente que está entrenado para transitar todo tipo de terreno y que nos permite con su trote o su galope conectarnos con múltiples sensaciones y con un palpitar que recordaremos por siempre.
La duración del paseo depende de nuestras ganas y del tiempo que pensemos destinar a la actividad. Desde cabalgatas cortas, ideales para familias con niños, a travesías de varios días que nos pueden llevar hasta algún paraje cordillerano en el sector chileno y que incluyen pernoctes en refugios especialmente pensados para un sueño reparador.
Sonidos de relinchos o de cascos que resuenan en las piedras al cruzar un arroyo, todos nuestros sentidos están conectados con la acción y para nuestra tranquilidad en todo el recorrido nos acompañan guías baqueanos, conocedores del lugar, quienes nos nutren con historias y leyendas a lo largo de los senderos o alrededor de un fogón. Son ellos que nos cuentan sobre una cultura ancestral y los que nos enseñan sobre un estilo de vida muy diferente al nuestro.
En un alto en el camino nos damos el tiempo para charlar con una pobladora que mate y torta frita de por medio, junto a su cocina económica y envueltos en aroma a leños, nos contará de su vida en el lugar, de su familia, del uso medicinal que le da a las plantas, o tal vez nos enseñará sus técnicas de tejido en telar que tiene años de tradición. Parte de esta experiencia también incluye conocer la gastronomía local, pudiendo saborear el típico cordero o asado patagónico.
Perfumes silvestres y tonalidades variadas en un paisaje que cambia de acuerdo a la hora, o a la estación en que se realice el paseo. Todo el año es posible disfrutar de las cabalgatas, incluso en invierno, cuando descubrimos los brillos de una cascada de hielo que cuelga en paredes de roca o vemos nevar. Cabalgar es una experiencia que nos permite reconocer este vínculo hombre–caballo tan arraigado a partir de años de relación y es un recuerdo que nos quedará grabado por siempre.
Entre tantas opciones de excursión es importante que tenga en cuenta al momento de contratar una cabalgata que un prestador de servicios de la ATAP (Asociación de Turismo Activo de Patagonia) como Bastión del Manso, Los Baqueanos, Estancia Peuma Hue, Pampa Linda, Tom Wesley o Cuyín Manzano, es garantía de calidad.
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